Un Destello de Dios en Cada Momento
- David Alejandro Rodriguez Azañon
- Apr 21
- 4 min read

He pasado tantos días intentando poner en palabras lo que siento, tratando de entender esta temporada en la que estoy. No ha sido fácil. Algunos días se sienten pesados, otros pasan tan rápido que apenas noto cuando el sol se esconde. Pero en cada uno de ellos, he visto a Dios.
Lo he visto en una oración susurrada cuando no había nadie más. En la sonrisa de un desconocido. En un mensaje enviado justo a tiempo. En una canción que habló directo a mi corazón. Es como si la vida fuera una colección de pequeños momentos perfectos. Y sin importar lo difícil que se pongan las cosas, siempre hay un destello de Dios en medio de todo.
Estas últimas semanas sirviendo en la Casa de Oración de Antigua han sido un verdadero privilegio. He crecido de formas que nunca imaginé—tocando instrumentos que jamás había tocado, e incluso cantando (sí, lo sé… ¡por favor no lo imagines!). Pero ha sido real. Crudo. Hermoso. Hay algo muy especial en ver personas llegar e irse, pero todos creciendo en la misma dirección: hacia una comprensión más profunda de lo que realmente es una casa de oración y por qué es tan vital para la iglesia en estos tiempos.
Y no se trata solo de música o reuniones. Se trata de presencia.
Servir no se trata de hacer “cosas buenas” solo por hacerlas—se trata de usar lo que tengo para servir a otros con propósito. Por eso soy parte de Dar para Dar. No se trata de grandes actos; se trata de los pequeños y deliberados—ofrecer lo que tengo en mis manos. A veces es una oración. A veces es una sonrisa. A veces es sentarse con alguien, escuchar de verdad, y simplemente estar presente.
La gente no solo necesita respuestas—necesita presencia. Necesita a alguien que escuche, que ore, que le recuerde que la vida tendrá problemas, pero no los caminamos solos. El objetivo no es una vida perfecta. El objetivo es una vida vivida con Jesús.
Carguen con los unos las cargas de los otros, y así cumplirán la ley de Cristo.
— Gálatas 6:2
El Señor está cerca de los quebrantados de corazón y salva a los de espíritu abatido.
— Salmo 34:18
Imagínate esto: llegas a una aldea donde las necesidades son abrumadoras—pobreza, sin agua potable, atención médica limitada. El instinto natural podría ser actuar rápido, buscar soluciones inmediatas. Pero en vez de eso, te detienes. Pausas. Tomas una hora entera solo para orar.
Solo orar.
Puede parecer simple, incluso improductivo. Pero esa hora es poderosa. Te sientas, quizás en una colina con vista al pueblo, y dejas que todo te llegue—el susurro de los árboles, las risas de los niños a lo lejos, el sol calentando los rostros de personas que viven con tanta resiliencia. Y en ese momento, oras. Oras vida sobre la aldea. Oras esperanza en sus calles. Oras fuerza en el corazón de su gente. Y tal vez, lo más importante, dejas que Dios moldee tu propio corazón.
Esa hora de oración se convierte en tu base. Te ayuda a entrar en ese lugar—no solo con planes o recursos—sino con propósito, con compasión, con los ojos abiertos a tanto la belleza como al dolor. No solo estás ofreciendo ayuda. Estás ofreciendo presencia. Entendimiento. Amor.
No amemos de palabra ni de lengua, sino con hechos y en verdad.
— 1 Juan 3:18
Lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicieron por mí.
— Mateo 25:40
Ese es el tipo de corazón que estamos cultivando aquí. Eso es lo que realmente significa una casa de oración—aprender a escuchar, a interceder, y a llevar la presencia de Dios a cada espacio en el que ponemos pie.
¿Y lo más hermoso? Tú también puedes ser parte de esto. Ya sea que estés aquí en Antigua o al otro lado del mundo, tu participación importa.
Hay dos formas en que puedes caminar conmigo en este viaje:
1. A través de la oración.
Por favor, ora por mi vida, por mi corazón y por la misión a la que Dios me ha llamado. Ora por fuerza en los días difíciles, claridad cuando no pueda ver el siguiente paso, y gozo en las pequeñas cosas. Tus oraciones son poderosas y realmente me sostienen.
“La oración del justo es poderosa y eficaz.”
— Santiago 5:16
2. A través del apoyo.
Si Dios pone en tu corazón unirte a lo que Él está haciendo aquí, hay maneras prácticas de ser parte también. Servir en la Casa de Oración en Antigua y caminar con comunidades en aldeas como Chimachoy, San Rafael, Chicasanga y Popabaj solo es posible gracias a la fidelidad de quienes sienten en su corazón sembrar en esta obra. Tu apoyo—ya sea con oración, ánimo o generosidad—hace que todo esto sea posible.
Si sientes hacerlo, puedes saber más o donar aquí:
Ya sea a través de tus oraciones, tu ánimo o simplemente compartiendo este viaje con otros—gracias. No solo estás apoyándome a mí. Estás siendo parte de cada sonrisa, cada oración, cada momento de impacto.
Sigamos construyendo algo eterno—juntos.




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